miércoles, 25 de diciembre de 2013

Para volver a volver.

Todos tenemos esa persona que es capaz de destruirnos y de arreglarnos. La única que puede enseñarnos a tocar el cielo y el infierno. El que nos hace volar y luego nos corta las alas. El único capaz de curar todas las heridas que el mismo inventó.
Una persona capaz de hacerte sonreír incluso a dos mil kilómetros de distancia o a tres milímetros.
Esa persona que saca lo mejor y lo peor de ti. La única persona capaz de destrozarte y romperte en infinitos trozos. Esa misma que aparece y te arregla el día, y el corazón.
El que un día te hizo romper todos los límites de la felicidad, y al día siguiente llorar hasta romperte.
Una persona que es tu imposible, tu debilidad, tu "no puedo más pero voy a quedarme por si...", tus ganas de huir a donde esté el, tu necesidad de recorrer el mundo en su espalda, tus lunes convertidos en viernes, tu sonrisa infinita, tus mariposas que se convierten en huracanes, tu locura, tus "y si", tus días marcados a fuego, tus recuerdos.
Esa persona que a veces desearías no haber conocido,
y otras días le dirías "sube que te llevo" y que nadie nos encuentre.
A la que miras de reojo, sin que nadie lo entienda, a la que esperas, y desesperas, pero vuelves a esperar.
A la que quieres romper para que sepa lo que tu sentiste, lo que dolió. A la que cuidarías el resto de tu vida, por la que volverías a enamorarte todos los putos amaneceres y dejarías romperte todos los atardeceres, y que el se encargue de arreglarte las noches.
Y así todos los días, y todos los besos.
De esos que te deja el corazón en un puño, la sonrisa pendiente de un hilo del que solo él puede tirar, de los que te queman sin tocarte, de los que te miran y vuelas, de los que necesitas, al menos para sobrevivir.
De los que te joden la vida y la sonrisa. De los que odias, quieres, y vuelves a odiar. Pero no puedes evitarlo, y vuelves a buscarlo, por si cambia de opinión.
De los que aparecen cuando menos necesitas y cuando más quieres. De los que hacen de tormenta de arena, de naufragios, y de recuerdos. De los de " no eras lo que merecía" y sin embargo no quieres otra cosa. De los que todas las canciones te llevan hasta el. De los que te olvidas de olvidar.
De los que nunca dejas de querer.
Aún cuando te ha destrozado en mil trozos y sigues queriéndolo con cada uno de ellos,
mil veces más.

Y que puta locura.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Ni de amores se muere, ni del pasado se vive.

Cómo nos cuesta soltar el pasado de la mano. Dejar que se vaya. Dejar que corra el tiempo, los recuerdos, los besos.
Más cuesta aceptar que ya nada será igual, que los minutos no vuelven, y dos besos nunca son iguales.
Que tú y yo ya no somos los mismos, que quizás nunca lo fuimos, y creímos que si. Que quizás idealizamos hasta las paredes de la habitación. Perdón. Idealicé.

Pero ya han pasado cuatro Noviembres, tres Febreros, y casi tres Marzos.
Y cómo hemos cambiado.
Tú,
al contrario de lo que yo quería,
y yo,
negándome a cambiar,
como si así pudiese retenerte algo más.
Cómo si al recordarte todos los días te perdiese un poco menos, como si el pasado estuviese esperando para ser calcado en el presente.
Pero el tiempo no espera a nadie, los barcos zarpan, el tiempo corre y los trenes se pierden, y esos si que no esperan a nadie.
Mientras que yo te esperaba a ti, sin darme cuenta que estabas a estaciones de distancia, en historias diferentes, y en mentiras paralelas.
Y es que ya no brillas como antes, y tú no te has dado cuenta.
Pero yo si. Que quien me contaba todas esas cosas mientras me hacía la dormida sigue en el pasado, que crecimos, que el tiempo nos hizo buscar otros (a)brazos.
Que yo ya no puedo esperarte más.
Que yo sigo tres años por detrás tuya. Y eso no vale.
Que soltar el pasado sabemos todos.
(Que a ti te duela menos y a mi más es otra cosa.)

Pero yo también se soltarte.

Sin que haya vacío. Porque tú ya no estás.
Aunque sigas con tu complejo de vacío.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Fin.

Al final lo que más duele no son las cicatrices.
Es el tiempo perdido, el esperar, esperar que vuelvas, que cambies, que crezcas.
Esperar que vengas por mí. Esperar que fueses mejor de lo que creía, esperar que fueras lo que necesitaba.
Pero a estas alturas, ni los cuentos son de hadas, ni los príncipes son azules, ni lo que quieres es lo mejor.
Ya si.
Toca irse. Quemar los restos del naufragio, volar las cenizas, borrarnos, y volver a empezar, de cero, sin ti.
Lo de ojalá no te hubiese conocido nunca ya queda grande, porque gracias a eso, no he vuelto a volar en mil pedazos.
Nunca es tarde para volver a empezar. Para volver a borrar.
Ni tu eres lo que quiero, ni yo soy lo que buscas.
Quizás tampoco fue tan bonito, solo fue.
Creemos en todas esas historias sin acabar solo porque no han tenido el final que hemos querido.
Pero a veces, aunque no lo creas, son mejores los finales improvisados, que los que planeas antes de ir a dormir.
Que no te necesito,
y lo se desde el principio,
pero era tan sencillo que parecía imposible.
Igual de imposible que nosotros, igual de imposible que no haya nada después de ti.
Pero nada es imposible,
que lo imposible solo tarda un poco más.

Y ya tardó lo suficiente. Ya no hay más.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Tormentas de invierno.

Todos sabemos que hay cicatrices injustificables, que por más que intentes tapar, curar, o borrar siguen ahí.
Las que te impiden lanzarte al vacío, caer en la tentación y así eliminarla, o volver a perder la cabeza.
Pero eso no es siempre malo.
Lo malo sería dejar que me rompieses otra vez, que ganases, y te creyeses que de verdad has ganado.
Vivo huyendo de ti,
de tregua en tregua,
de trinchera en trinchera,
y de vez en cuando de recuerdo en recuerdo que se escapan cuando el termómetro baja de los 6ºC.

Ya no escribo sobre ti, porque me faltan las palabras, y las ganas. No me sale.
A veces pienso que lo mejor sería quererte y a la mierda con todo.
Y cuando digo con todo, es con todo, conmigo también.
Eres incapaz de no romper lo que tocas, y yo sigo con esa manía de enamorarme de todos los desastres naturales, y que me destrocen, como si de otra forma no fuese a sentir.
Y tú pasas de tormenta de grado 5 a grado 1 en cuestión de días, y yo sigo recogiendo trozos del desastre.
Pero los días están contados,

a ti se te escapa el tiempo,
y a mi las ganas.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Bailé con la muerte hasta el amanecer.

Era más fácil pensar que habrías cambiado.
Creer que los días, el frío y los kilómetros de más habían servido para que recogieras los restos del naufragio.
Pero los besos no curan las heridas, y tú perdiste todos los restos por el camino, y ahora no hay como pegarlos.
Tú sigues con tu cara de no haber roto un plato, y quien dice plato dice corazón.
Y quien dice uno,
dice todos.
El caso es que es más fácil fiarse del lobo que de ti.
La putada es que yo siga sonriendo cuando aparezcas por detrás. Que me arregles los días y por una vez vuelva a sonreír como aquel Febrero.
¿Y a cambio de qué? A cambio de nada, porque ya sabemos que a mi el amor solo me gusta con heridas. De los que te mantienen al borde del precipicio.
El problema es cuando te dejan caer, y entonces ya ni cabeza ni corazón.
Ya no vale dar marcha atrás. Ya no vale quitarse del filo.

Todos sabemos que tú nunca llegarás a tiempo.
Y todos sabemos que yo volvería a dejarme caer, para acabar de romperme.
Tú apuntarás otro tanto más a tu historial, y yo volveré a odiarme por dejarme caer.
Y otra vez volverá a ser Marzo.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Disfrutemos de la última cena.

Lo que cuesta es acostumbrarse.
Acostumbrarse al frío, a Noviembre, a que se acabó, a que tú eres capaz de ser feliz sin mi, y yo solo a ratos.
Acostumbrarse a que los recuerdos golpearán cuando menos te lo esperas, a cruzarme con tu sonrisa y pensar que no es mía. A darse cuenta que aspiro a más de lo que tu me diste, pero que contigo cerca no lo voy a conseguir, porque sigo esperando, solo que no se hasta cuando. Que eso no quiere decir que me vaya a olvidar de ti, ni que te quiera, pero por lo menos podré soñar con otros ojos sin pensar que podrían ser los tuyos.
No es tan fácil llegar a la superficie, y mucho menos que cuando cojas aire los recuerdos vuelvan a hundirte, y a recordarme que tú no vas a volver, por cobarde o por falta de valentía, da igual.
Tampoco serviría de nada que volvieras,
quedan meses para despedirme de la ciudad más gris del mundo,
y de ti.
Y no sabes las ganas que tengo de irme, -no de huir, como hago siempre, porque al fin y al cabo de lo único que escapo es del frío-.
Irme de ti, de nosotros, de los recuerdos, del esperar y desesperar.
Irme para no volver, que me pierdas, que nos perdamos, que tres años han sido muchos años para que volvieras, pero hay más cosas fuera de ti.

Y créeme que las ganas de perderte son mucho más grandes que las de tenerte,
que lo que necesito es tenerte lejos, y está vez, para no volver.

viernes, 8 de noviembre de 2013

El tiempo no cura todo.

Dejaste de ser una coincidencia cuando se acabó el frío.
Y yo dejé de buscarte por miedo a que terminaras de romperme.

Después de más tiempo del esperado, de hundirme, de rasgarme las heridas, y de esperarte, puedo decir que es mentira eso de que el tiempo todo lo cura.
Mentira.
Completamente mentira.
El tiempo no cura nada, el tiempo te miente, manipula los recuerdos, rescata los buenos y maquilla los malos, te hace pensar que todo fue tan bonito que se escapaba de cualquier lógica.
Las guerras nunca son bonitas, y lo nuestro era una verdadera batalla campal.
Tú con el mundo y yo contra ti. Era imposible ganar.
Así que tampoco costó mucho rendirse.

Lo que costó fue lo de después.
El tiempo y toda esa mierda de distancias, clavos y libros de autoayuda, buscar una solución en todas esas páginas, escribir hasta quedarse dormida esperando que algún día lo leyeras, y me entendieras.
Hasta que de repente,
un día,
tomas la decisión de no hacerle caso al tiempo, ni a las heridas,
y la idea de sentarme delante tuya a curar las heridas se hace más caótica.

Pero el verdadero caos es que de repente te das cuenta de que ha pasado más tiempo del que creías, que quizás el tiempo haya puesto de su parte, o yo he desistido de guerras, de esperas y de falsos recuerdos. Quizás no estemos tan perdidos y es que no tenemos que encontrarnos.
Quizás fue. Y ya.

jueves, 31 de octubre de 2013

Frío.

Quizás el otoño nos vuelva más valientes, y el frío nos recuerda que nadie quiere estar solo, y yo no quiero estar sin ti, ni contigo.
Diez días a cubierto de tus ojos son más que suficientes para reunir todo el valor que tú nunca tuviste para volver a la ciudad más gris del mundo a gritarte que comenzó a ser gris cuando te fuiste, a asegurarte que intenté borrarte, odiarte, taparte, olvidarte, pero eras demasiado escurridizo, siempre encontrabas como escapar y aparecer cuando casi ya habías desaparecido. Que no debí saber quien eras, pero lo supe, y ahora no se puede hacer nada, no podemos devolver los restos del naufragio como si no hubiera pasado nada. Porque si que paso. Fuiste mi jodida historia de amor. Y quizás pueda quemar el libro cuando sepa como termina, y mira que siempre que tengo un libro nuevo lo primero que hago es leer la última página.
Soy fan de los finales. 
Y lo mejor es que no los entiendo porque no se de que va la historia, así que no pasa nada.
Siempre te dije que era un poco rara. Y tú no me creías
A lo que iba. Que quizás sea hora de inmolarme, de saltar por los aires, de jugármela,
para olvidarte, claro.
Echo de menos la guerra contigo. Y no sabes cuanto. Te reirás cuando sepas que no quería que te fueras cuando te dije aquello de "se acabó, no puedo más"
y tú con tu afán de héroe soltaste lo de
"yo te dejo en paz si es lo que quieres, porque quiero que estés bien lo primero"
Creo que nunca quisiste que estuviera bien, porque entonces no entiendo todo lo que vino después.

El caso es que ya no es después, ya es ahora. Ya han pasado tres años, y yo sigo con las mismas preguntas antes de ir a dormir.
Y ahora si que ya no puedo más.
Entonces si hubiese podido algo más, hubiese aguantado cuatro o cinco besos más. Creo.
Pero ya no.
Yo sigo parada, congelada, inmóvil en aquella rotonda, rodeada de recuerdos manipulados por los años, y con algún que otro resto del naufragio.
Esto siempre fue cosa de dos, quizás sea hora de barrer los recuerdos, porque ya no sirven. De poner puntos. Puntos y finales.

Para que así, si duele, que sea con motivo.

domingo, 27 de octubre de 2013

954

Novecientos cincuenta y cuatro.
Novecientos cincuenta y cuatro días creo que han sido más que suficientes para que volvieras a por mi.
Quizás es hora de darse cuenta de que no vas a volver a por mi. De que no lo hiciste, y nunca lo harás.
O quizás si, pero quizás sea tarde, y quizás yo encuentre otros ojos que me miran como tu nunca lo has hecho.
Y no te importó. Seguiste con tu sonrisa indestructible.
Y yo pegué un portazo. De esos que siguen retumbando tres días después, volviéndome loca, porque quizás ahora sí que se acabó de romper. Ni hilos rojos, ni destinos, ni esperas inútiles.
Ni tú, ni yo, ni nosotros. Yo decidí pasar factura, y tu cuenta asciende a cientos y miles de cicatrices, de miradas que rozaron, de palabras que dolieron, y de silencios que acabaron por destrozarme.
Así que es mejor rendirse para no llorar, más, para no llorar más. Porque ya te avise que no podía más. Y tú que no me creías, que no me creías capaz de buscar otros ojos, de tocar otras manos.

Que no debería estar escribiendo sobre ti, que sí, que lo sé, pero estos son mis restos del naufragio, y no me sale escribir si estoy feliz, porque no hay nada que contarte.
Créeme, que no querré como te quise a ti.
Pero tampoco dolerá como doliste tú,
y a la larga es preferible.

martes, 22 de octubre de 2013

Llueve sobre mojado.

Ya te dije que atraías los relámpagos, y tú sin hacerme caso, diciéndome que prefieres volar, pero se te olvida que con las alas mojadas apenas se pueden levantar los pies del suelo.
Ya te dije que era imposible, y tus ojos, esos si que son imposibles.
Como imposible es escapar de aquí, de ti, de los recuerdos, de tu voz pronunciando mi nombre, y de mis dedos comenzando a temblar. Y de las sonrisas que se escapan si no estoy alerta.
Yo hago como que no te conozco, como si de verdad me hubiese olvidado de las siete letras de tu nombre, mientras que tú repites el mio, de principio a fin.
Todos los billetes de ida sin vuelta me parecen pocos para hacer que te largues de aquí,
para que desaparezcas,
para que te borres.
Y solo quedan nueve días para que llegue Noviembre, y yo no estoy preparada, y menos para un Noviembre contigo por aquí rondando, doblando las esquinas de las calles y de mi corazón, tropezándome de golpe con tu puta sonrisa sin armadura y sin refuerzos.
Será que no hay mejores sonrisas por ahí dispuestas a amanecer al otro lado de mi cama.
Será que todavía no se cómo tapar la tuya.
Será que ya no llueve, y tú ya nunca estás.

Créeme, no puedo más.

lunes, 21 de octubre de 2013

Volvemos a hablar de amor, de esos que más que amor, es necesidad, son ganas.
Ganas de no verte, de no cruzarme contigo y todo sean relámpagos.
Ganas de borrarte, de quemarte, de escaparme.
Yo te otorgué una altura que no te correspondía, un lugar que nunca te ganaste.
Así que en parte también fue culpa mía que voláramos tan alto.
Y culpa tuya que voláramos en pedazos.

Algún día te darás cuenta que la vida no tiene sentido sin una sonrisa al lado,
no la mía, porque ya no es tuya.
Pero nunca te ha sido demasiado complicado conseguirlas,
y mucho menos destrozarlas.
Hasta que te enganches a una.
Y entonces,
habrás perdido.

Después de eso ya no hay quien te salve.

martes, 15 de octubre de 2013

Te prometo que no te echaré de menos.

Es raro.
Porque hoy no hace frío. Ni llueve.
Pero si que te has vuelto a cruzar, y eso de no temblar todavía no lo llevo muy bien, aunque voy mejorando. Y tú no sonríes, y yo (sin saber por qué), me pregunto por qué,
aunque eso me hace más fácil lo de no temblar.
Y yo ya no lloro, y tú no sonríes. Es un poco irónico ¿no crees?
Aunque no tenga nada que ver. Y menos ahora. El vértigo ya no es ninguna excusa, y la caída ya no puede salvarnos, porque ya te digo yo que allí abajo no hay nada.
Suelo bajar a tus infiernos cada vez que me cruzo contigo, pero sigo sin poder sobrevivir, quema.
Así que es más fácil irse, grabarme en la piel que no, que no eres mi calma, ni mi meta.
Que te escribo porque así es más fácil deshacerme de ti.
Tampoco te creas que es fácil, pero tampoco me lo hagas más difícil.

Piensa en la de cosas que nos estamos perdiendo por no dejar de esperar.
Perdón.
Piensa en la de cosas que me estoy perdiendo por no dejar de esperarte.
Preferí el todo o nada a esa espera, y aquí estoy, a mil canciones de ti,

pero sigo bailando.

lunes, 7 de octubre de 2013

Ya nunca serás para siempre.

Ojalá pudiera decirte "tengo un plan" pero no es verdad, no lo tengo.
Ya no hay más camino por delante, no quedan motivos para esperar, para esperarte. Y si yo no me quiero, menos lo vas a hacer tú, tu sigues queriendo a todas, pero se te olvida que yo no soy todas.

Siempre era más fácil quedarse que irse, esperando que todo se reconstruya por arte de magia, pero no nos engañemos, la magia está para otras cosas, no para recomponer desastres.
Nuestra parte más difícil fue la de dejarnos, la de olvidarnos.
Bueno, mi parte,
a ti siempre te era todo demasiado fácil,
y yo envidiaba como tenías esa capacidad de no engancharte, de no traspasar muros.
Ahora no te envidio, incluso me da pena que nunca llegues a saber lo que es querer a alguien tanto que duela, mucho.
Nunca sabrás lo que es lanzarse al vacío por alguien, porque tu tienes más complejo de vacío que de jugártela por alguien,
ni sabrás lo fácil que es esperar a alguien cuando lo quieres de tal forma. Nunca lo sabrás.
Y eso es mas triste que olvidarte, que olvidarnos.
Quizás ni siquiera fue tan bonito, solo fue.
He intentado vencer imposibles, luchar contra monstruos, llevarle la contraria al mundo, convencerles de algo que ni yo creía, porque en el fondo sabía que serías el mismo después de todas esas ruinas.
Y ahora toca cerrar esa puerta, definitivamente. Y créeme que este dolor en el pecho hacía mucho que no aparecía, solo aquellas noches en las que pensé que quizás te perdería para siempre.
Pero luego siempre volvía a esperarte.
Pero ya no es para siempre, y tu no eres el amor de mi vida, ni el imposible convertido en posible
Fuiste el principio, el prólogo, el que me enseñaste lo que necesitaba saber, aunque no lo supieras ni tu.
Pero ya.

Que quizás no te olvide, y en las noches más frías te vuelva a querer un poco, que quizás vuelva a nuestros rincones, y de vez en cuando me subas el corazón a la garganta cuando te vea aparecer,
pero ya no serás para siempre,
ya no te buscaré, ni me dejaré encontrar, y mucho menos te esperaré, no me voy a quedar a ver como te destruyes y como me destruyes a mi también, nunca encontré el límite entre quererte y dolerme, siempre era más del segundo bando. Pero ya esperé lo suficiente, ¿no crees?
Quizás tu necesites otra cosa, y yo me merezco alguien mejor.
Esto ya no vale la pena, porque son demasiadas lágrimas para tan poca cosa.

Los Domingos siempre fueron bonitos para terminar jodidas historias de amor.

jueves, 3 de octubre de 2013

Jaque mate.

Quizás está claro que el destino no quiere volvernos a encontrar, que hace lo posible por no vernos, y nosotros porque si, siempre me gustó romper las reglas, contigo, siempre, aunque luego doliese.
El caso es que casualidades nos pierden de vista, y nosotros aprovechamos cuando nadie ve para taladrarnos con la mirada, para soltar caricias a escondidas como si hubiésemos exterminado al resto de la humanidad.
Y quizás sea cierto eso que dicen de que no quiero olvidarte.
Que por alguna razón que se me escapa de las manos no quiero borrarte. Quizás porque es demasiado para hacer como que nunca sucedió, quizás porque sigo esperando el final de los finales, y me aterra que llegue, y que tú te vayas con él, y que entonces no sea para siempre, que tú no seas el amor de mi vida, y yo ya no sueñe contigo.
 ¿Dónde se guardan todas esas cosas?
o mejor dicho
¿dónde se queman?.
Mientras tanto el orgullo sigue siendo el protagonista de todo este desastre,
yo no voy,
porque quiero que seas tú el que venga,
y tú no vienes
por si no estoy, o no sé, no sé porque no vienes, el caso es que no vale clavarme los ojos hasta tocar fondo, (ahí, donde siempre, donde solo tú lograste llegar)
 y luego nada.
Solo sueños, temblores de corazón, tsunamis en el estómago, y miedo hasta en la punta de los dedos.
No quiero quemarte.
No quiero quererte.
No quiero borrarte.

Pero me vas a dejar sin alas.

sábado, 28 de septiembre de 2013

A veces el amor también puede ser triste.
Puede ser que los finales felices no existan, que las heridas decidan no curar, y el tiempo no avance.
Que tu sigas colgada de esos ojos que te taladran, hasta dentro. Que te recuerdan por qué no te volviste a enamorar.
Seis días han sido suficientes para querer escapar de allí, para darte cuenta de que es imposible sobrevivir a su lado.
Y no puedo quererte.
Pero te quiero.
Pero no puedo quererte, porque quererte es destruirme, es lanzarse al vacío, y cuando digo vacío es solo eso, vacío.
Quererte es matarme, morirme, dañarme, romperme.
Quererte es llorar seis días a cambio de sonreír uno.
Quererte es un fracaso, una condena a muerte, quererte es una mierda.

Y se supone que el amor tiene que ser bonito, que puede que de vez en cuando duela, pero al final siempre es bonito.
Y lo nuestro es de todo menos bonito.
Y no sabes como duele,
porque hay amores que no son recíprocos, otros que se gastan, otros que con el tiempo se vuelven secos y frágiles, otros que quieren más o menos, pero el nuestro es imposible, y cuando digo imposible, es que es imposible, no improbable. Imposible.
Y eso si que duele, querer a alguien pero aceptar que sois imposibles, que tú seguirás siendo el mismo, y yo esperaré otros cuantos años, dos, tres o diez, por si estos no han sido suficientes.
Y créeme que no quiero quererte, no quiero esperarte, y mucho menos tenerte.
Porque quererte más que a mí no sirve de nada si yo dejo de ser, y ya no tendrás a nadie que te quiera así.
Y entonces, fin.

lunes, 23 de septiembre de 2013

23 de Septiembre de 2013.

Ya está.
Ya habían pasado mas de doscientas noches sin verte, incluso trescientas. No sé, dejé de contarlas.
Y esperé.
Te esperé.
Esperé que hubieses querido a alguien tanto como yo te quise a ti, que temblaras, que soñaras con verme aparecer.
Que nos creyésemos invencibles. Que nos riésemos de los años, que le escupiésemos al tiempo, y fuéramos miles de veces mejor de lo que fuimos.

Pero el tiempo no pasa en balde.
Pero a veces si, y aunque yo no me acordara de tu voz, sigue siendo la misma de siempre.
Pero aquí te espero, a que me destroces, a que me vuelvas a hundir en mundos desconocidos, a que me salves, a que cambies, y seas lo que espero, o lo que quiero.
Pero nos quedamos a años luz, a besos de distancia, a sueños imposibles, a quiero pero no puedo,
A ti, a nosotros.
Y volver a tu realidad duele, peor no tanto como cuando nuestro mundo dejo de girar.
Tus ojos verdes siguen perdiéndome, y tu no has cambiado nada, sigues a mas flor de piel que nunca. Volar no te ha sido suficiente, y necesitas más, pero yo te di todo lo que tenía. Y ya no queda nada, ni nadie.
Peor es pensar que lo hiciéramos aún peor, Que los huesos pudiesen doler mas que aquel día que dijiste "pues ya esta, si no quieres que vuelva a aparecer no vuelvo" y como he querido desde entonces volverte a ver, que vuelvas a hacerme querer, por muy malo que seas, y por mucho que yo no me merezca tal o cual.
El amor es ciego.
Y nosotros mucho más.
Y yo no quiero volver a romperme, volver a tocar fondo esperando verte quererme, o verte matar monstruos por mi, o verte renacer de nuestras cenizas, y que volvamos a ser esa puta mierda que mueve mi mundo, peor que el extásis, que el cannabis, que todas las drogas que puedan volverme loca.
Pero no tanto como tú.
Aunque algún día se acabará, dejará de doler, de quemar, de picar.
Quizás tengas que volver a romperme.
A hundirme.
A quererme.

martes, 3 de septiembre de 2013

Imagínanos.

Me he ido a dormir al lado de la ventana.
Por si vuelves.
Por si aún te quedan ganas, y besos.
Por si de repente vuelve a ser Febrero y a ti te da por venir a darme las buenas noches.
Por si recuerdas mi calle, mi puerta, mi cama.
Por si me echas de menos, y quieres ver como me va la vida sin ti.

Yo he vuelto a la ciudad mas gris del mundo con mas ganas que miedos, con la esperanza de que los años te hayan dado una vuelta de corazón, de que tiembles cuando me veas aparecer, y de tu boca solo salga un "Joder", que resuma todo lo que fuimos y lo lejos que nos quedamos.
Que aparezcas y me arregles el día, aunque luego me jodas la vida,
que volvamos a aquel puto 17 de Marzo, y tu no me creas,
que no te creas que no quería verte por mi vida,
que no te creas que yo iba a estar bien sin tus manos, sin tu sonrisa infinita.
Imagínate que tu hubieses decidido matar monstruos por mí, esos que no me dejaban dormir si tu no estabas conmigo.
Imagínate que yo te hubiese dado aquel beso que me pediste antes de estallar en mil pedazos, ese que te negué, y que irónicamente es el mejor que recuerdo.
Imagínate que no hayan pasado dos años,
cinco meses,
y diecisiete días.

Imagínanos.

martes, 20 de agosto de 2013

Vete lejos, pero no sueltes mi mano.

Hay muchos tipos de amor, se puede decir que cada uno tiene un concepto de amor diferente, para algunos el amor es no tener que decir nunca lo siento, para otros el amor es lo que queda después de cien guerras, otros defienden que el amor valga la alegría, y no la pena. Y también los hay que piensan que el amor es lo único que puede salvarnos.
El caso es que nunca sabes a qué grupo perteneces hasta que te tropiezas con él.

Nuestro amor fueron guerras y trincheras, 
orgullos y silencios, 
gritos de “olvídame tu primero que yo no puedo”, 
destruirnos y volvernos a arreglar. 
Fueron prisas y terceras personas, incluso cuartas. 
Fueron imposibles, saltos al vacío, piscinas vacías, sal en las heridas. 
Fueron noches de insomnio, de llamadas pérdidas, de conversaciones en plena madrugada, de mensajes inesperados dándonos a entender que nos echábamos de menos, o de más, 
noches en las que no paraba de llover y nosotros reíamos, para desentonar. 
Culpas, mierdas, y rencores. 
Palabras que se quedaron atragantadas, te quieros que no rozaron el aire, “quedatés” que nunca se quedaron, segundas partes y terceras, puntos seguidos y puntos suspensivos pero nunca puntos finales. Fueron días de reventar todos los índices de la felicidad. 
Fue de los que quema, de los que deja cicatrices en todas las partes de tu vida, de los que duele, pica, quema, arde, mata, pero nunca muere. 
El primero después de 4 intentos, 
el que sobrevivió, 
y ahora espera, o desespera. Del que sueña impaciente por todo lo que tenga que pasar. 
Fueron “lo siento”, fue volar sobre dos ruedas, fue quererte, volverme loca, estallar de felicidad, y luego de pena, fue creer. 
Fue dejarte ir, esperando verte volver, fue resignarse, 
fue Noviembre, Febrero, Marzo, y luego nada.
Fue escribirte, pensarte, soñarte, necesitarte.




Fue quererte. Y a ratos, querernos.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Los ojos verdes habían vuelto por vacaciones.
Todo lo que congeló el invierno se descongeló al llegar el lugar favorito universal. El bueno buenísimo ya no lo era tanto, pero seguía siendo.
Los mas de trescientos kilómetros se convirtieron en unos cuantos metros de su casa a la mía. Pero ya está. El verano pasado sigue guardado, aunque hacía mucho tiempo que no te tropezabas con el, y sonríes.
Pero decidiste dejarlo marchar, que se quedase todo en un "ya nos veremos".
Pero sigues preguntándote por qué lo hiciste. Y por qué no es él.

Los amores de verano son eso, amores que mueren cuando las hojas empiezan a caer, cuando haces esa maleta verde que te lleva a la ciudad más gris del mundo, cuando decides no arriesgarte.
Y ahora añoras aquel Septiembre, y aparece la nostalgia, pero con otro nombre. Y ya no se puede retroceder. El síndrome del perro del hortelano se junta con el del amor de verano, y será que en el fondo nadie quiere estar solo, que todos necesitamos un "buenos días", una vuelta de corazón, una sonrisa fugaz, y dejar de pedir deseos a las lágrimas por los amores imposibles.
Pero decidiste dejarlo atrás, y que ahora tenga otros ojos a los que despertar. Decidiste bajarte en aquella parada que ahora solo trae recuerdos bonitos, antes de que llegaran los malos.

Si siempre estuviésemos dando marcha atrás, nunca avanzaríamos hacía delante.
Pero no dejes nunca de brillar.

jueves, 8 de agosto de 2013

Todavía me pregunto cómo te fue tan fácil largarte. Por qué después de todo no tuviste los cojones de salvar ni una mínima parte de aquel desastre. Cómo te fue tan fácil deshacerte de todo, largarte sin mirar atrás.
Yo que dormía al otro lado de la ventana, esperando escucharte aparecer, sabiendo que volverías. Creyendo que lo harías.

Pero no volviste. Y yo no me lo creí. Una parte de mi sigue detrás de esa ventana, viendo pasar los otoños, y los inviernos. Esperando verte aparecer.
Y es curioso como yo no quiero esperarte, y como jode esperar cuando no sabes ni que esperas. Como jode pensar que no me piensas, saber que no me buscas, que no me esperas. Que tu estás a diez años luz y yo sigo en el centro del desastre, recogiendo los trozos, escondiéndome para que no me pregunten si es que todavía te quiero, por miedo a no saber que contestar,o por terror a que la respuesta sea no y entonces saber que la espera no ha servido de nada.
No quería que me dejases paz para que estuviese bien, quería estar bien para ganar todas esas guerras.
Para que ganásemos.

Ahora ya no queda nadie.

jueves, 4 de julio de 2013

Si quieres a alguien no quieres que sea INfeliz.

Esas palabras seguían retumbando mi cabeza mas fuerte que nunca.
Mucho más fuerte que cuando los vecinos ponen la radio para el resto del vecindario y a mi me desquician, más fuerte que las noches que suena esa canción que nos vuelve locas en nuestro garito preferido de Alm, más fuerte que cualquier bomba atómica
o que todos esos relámpagos que atraes.
De repente los recuerdos pasan como los fotogramas de una película, y yo preparo mi mejor vestido para cuando vuelvas a aparecer.
Y mientras se me enfría el café,
no eras de los que hacían esperar, más bien eras de los de aparecer por sorpresa o de los que avisaba cinco minutos antes de tocar al portero, "oye, que voy a verte" y a mi no me daba tiempo ni a quitarme el pijama, pero tu ya conocías todas mis facetas, y te reías de todas ellas.
La cuenta atrás ha comenzado, y aunque lo más probable sea que tenga que ser Septiembre para volverte a ver a aparecer, una parte de mi espera disipar todas estas malditas dudas antes de irme al lugar favorito universal.
Mientras, vivo, o sobrevivo intentando que el corazón pierda la memoria, aún sigo esperando olvidarme de algo que ni siquiera se si llegó a pasar. Pero en algún trozo del camino perdí un cacho, una parte de mí, algo que me impide avanzar sin dejar de pensar en qué momento explotó todo por los aires.

Pero siempre aparece esa doble moral, ese subconsciente, esa voz en off, que repite una y otra vez que ya nunca será igual.
Que nosotros no somos los mismos.
Que ya no nos quedan las siete vidas, quizás cuatro o cinco.
Que ojalá me pienses como yo te escribo, aunque nunca lo sepa, aunque nunca me lo digas.


Jodidos amores imposibles inventados.

domingo, 30 de junio de 2013

No habrá nadie que sepa donde encontrarnos.

Las lágrimas no salen si nos ponemos a hablar de ti.
Tú llevas demasiado sin aparecer por aquí, y a pesar de, es como si yo siguiese esperando volar a dos ruedas.
Sigo esperando que vengas a cumplir todo lo que nunca llegaste a prometer, a que me confirmes que aquella locura no solo la viví yo.
Mientras yo sigo leyendo jodidas historias de amor, esperando que alguna concuerde con la nuestra, para así poder saber bien como acaba.
Tú volverás a tu máximo apogeo de rey del mundo, y seguirás desfilando de una cama a otra, yo seguiré negando lo innegable, o confirmando todas mis sospechas que no quieren esperarte.
Pero ya paró de llover. Ya no es Noviembre, ni Marzo. Y quizás dobles la esquina en menos de una semana. Y quizás llegues tarde.
Porque por cuarto año consecutivo vuelvo a empaquetar los últimos diez meses en cajas, en maletas que me lleven a mi lugar favorito universal. Y quizás cuando llegues yo ya me haya ido.
Guardando todas esas conversaciones con la nada imaginándome que la nada eras tú, diciéndote que no, y rogándote que sí, según era par o impar. Enmarcando esos tres segundos de aquel diez de Enero que te cruzaste de reojo en mi vida, pocos, pero suficientes para traer los últimos restos del naufragio.
A veces me olvido de todos los líos de faldas en los que te habrás perdido, de todos los que te han enganchado, aunque quizás hayas dejado de ser de los que no se enamoran, y ahora estés escribiendo historias de amor, a secas, porque la jodida historia de amor fue la nuestra.
Solo queda esperar que te vuelvas a cruzar sin previo aviso,
y ver si el corazón lo resiste,
que yo no tiemble,
y que tú no sonrías.

Todavía me queda ver como pasas de largo, con tu vida.
Y que ni siquiera recuerdes que por una milésima de segundo, como mínimo, también fue mía.

jueves, 20 de junio de 2013

Pese a que el no la quería, ella seguía sin querer olvidarlo.

Siempre dicen que cuando una herida escuece es porque está curando, que el tiempo lo cura todo, que un clavo saca otro clavo, y que hay besos que sanan las heridas.
Y yo me lo creí.
Igual que te creí a ti.
Igual que nos creí a los dos.

Pero es mentira. Todo eran mentiras.
De repente me di cuenta de que ya nunca estabas, y me aterré. Y no me lo creí. Supe que volverías, que yo volvería a caer,
¿cómo no ibas a estar si yo te convertí en el amor de mi vida?,
¿cómo no ibas a volver se te sobrevaloré tanto que sobrevolamos el resto del mundo?.
Imposible creer que desaparecieron los restos del naufragio, que ya no llueve, y todo vuelve a estar en su sitio, como antes de que tu llegarás. Que ya no huele a ti en el salón, ni mi almohada, ya no recuerdo tu voz. Ni recuerdo porqué me quedé, porqué volví.
Quizás incluso mueras de ganas por volverme a ver, y yo muero de ganas de que no vuelvas. Y cuando menos me lo espere quizás vuelvas a aparecer, y volvamos a empezar, o quizás me de cuenta de que al otro lado de ese hilo rojo no estás tú, y yo llevo años escribiendo que sí.
Desapareciste, y aparecías en los momentos mas inoportunos, aún sin estar, me tropezaba con tu nombre, con tus fotos, o con tus palabras. Con tus "te quiero, aunque no me creas". Quizás el problema esté en que sí me lo creí, o en que cada vez que escriba la palabra mentira en el buscador de una forma u otra aparezcas tú.
¿Puedes creerte que probé decenas de clavos?, que pasaron miles de días, que robe besos y besos, pero no curaba. Solo escocía. Pero no curaba. Y yo te quería, no se porqué pero lo hacía.
Y te convertí en mi destino, en la historia sin acabar, en el final de los finales, en el príncipe que rescata a la princesa.
Pero nunca fuimos príncipes, si a caso bellas y bestias, la mala y el bueno. Tú tenías un paracaídas bajo la manga para llegar a tierra sano y salvo, mientras que yo seguía planeando, hasta que la gravedad hizo el resto. Los restos del naufragio acabaron en la basura, y los recuerdos están gastados de tanto usarlos.
Ya solo queda verte aparecer y no volver a temblar.

Y es que no me dí ni cuenta, pero ya nunca estabas.

lunes, 20 de mayo de 2013

Te olvidaste Abril en el ropero.

De repente llega Mayo, y Abril sigue guardado en el ropero.
Cualquiera diría que es Mayo, quizás un Mayo con complejo de Octubre, o aún peor, de Noviembre.
Vuelve el frío y las nubes han secuestrado a Lorenzo. Yo sigo tachando días del calendario, buscando corazones como el que busca colillas pisoteadas y tiradas en el suelo esperando que alguien las vuelva a hacer arder.
Lo peor es cuando tachas un día y te das cuenta de los pocos que quedan para que vuelvas a aparecer. Por un momento me había olvidado de ti, y respiraba felicidad. Y ahora, antes de dormir fantaseo cómo será tu vuelta a la ciudad más gris del mundo, cómo querrá el destino que nos volvamos a cruzar, para reírse por enésima vez de mí. Me pregunto si habrás conseguido querer a alguien tanto como yo te quise a ti, si habrás caído en la cuenta de que nunca quise hacerte daño.
Me pregunto si habrás echado cabeza, o corazón. Si seguirás regalando amor a los cuatro vientos, si echarás de menos volar sobre dos ruedas.
Me pregunto si te acordarás de mí, o simplemente sigo siendo la segunda de muchas. Si me arderá el pecho cuando de repente te cruces en mi rutina, o en su defecto, me dará lo mismo.
Y ambas cosas me aterran por igual.
La primavera está tardando mucho en llegar, y cuando más tarde ella, más tardarás tú, y mientras yo puedo seguir respirando felicidad.
Casualidad que esa jodida historia de amor también se escribiese un 21 de febrero.
Yo también puedo escribir una jodida historia de amor, solo hay que cambiar nombres y finales, sobre todo finales.
Pero no pudimos ser. Y que tu vuelvas a aparecer no es sinónimo de que el destino quiera darnos una segunda oportunidad, en todo caso, quiere seguir riéndose de nosotros.
Yo seguiré odiándote por todo lo que no dijiste,
o por todo lo que no me quisiste.
Pero ya sabes que no podemos ganar los dos.
Prefiero seguir buscando colillas,
y sobreviviendo a base de caladas de felicidad.

viernes, 26 de abril de 2013

Si solo han sido 21, y han sido maravillosos imagínate todos los que nos quedan por delante.

No todos tenemos una sonrisa en nuestra vida.
Si, una sonrisa, de esas que aparecen cuando quieres deshacerte del mundo a patadas. Cuando no encuentras motivos que expliquen porque sigues aquí. Una de esas que te hacen sentir la persona mas suertuda del mundo, de esas que siempre están, sin "reproches", sin "peros", sin "luego hablamos".
De esas que aparecen con kilos de chocolate un miércoles a las 5 de la tarde para levantarte el ánimo cueste lo que cueste. De esas que te hacen olvidarte de pensar y por un momento dejas de pensar con la cabeza y le haces caso a tus pies.
De esas sonrisas que esconden tantas cosas maravillosas que muy poca gente es capaz de ver y de apreciar. De las que siguen sonriendo aún cuando nadie lo hace, de las que solo descansan de puertas hacia dentro, aunque no debería de ser así.

Yo si. Yo tengo la suerte de tener la sonrisa más maravillosa del mundo. Y hoy hace veitiún años que Dios quiso ponerla en mi camino, o a mi en el suyo, y es uno de los mayores milagros que he visto a día de hoy.
Y es que fue la primera. La que siempre estuvo, desde cuando incluso no sabía ni pronunciar estás palabras,  la que me vió crecer, caerme, hacer remolinos en la piscina, de las que jugaba a las tienieblas de la noche, o cuando nos dormíamos a las cuatro o cinco de la mañana hablando de todos esos príncipes (sin saber que nos saldrían rana). De las que te agarran la mano para que se te vaya el miedo a volar. De las que forma parte de tus locuras y tu de las suyas. De las que hace de paracaídas, y de tirita. De las que nunca falla. De las que lee mis pensamientos y hace de diario, la única que sabe la verdad. De las que me quiere pase lo que pase.
Cumpleaños, días de playa, piscina, noches en vela, meriendas interminables, sábados por la noche, despedidas de nuestro ángel de la guarda, navidades, reyes con regalos en común, días de escondernos del mundo, aeropuertos, montañas del diablo, frío, chocolates calientes, burrikins, días de bebernos las calles y bailar hasta hacernos mayores.
Hasta que de repente llegan los 21. Y nada tienen que ver con los 20, ni con los 19, y los 18 quedan ya tan lejanos...
Y eso es lo maravilloso de cumplir años. Que cada año es diferente. Aparecen nuevas personas, y perdemos a otras, se acaban proyectos y se inician sueños, creces, aprendes, tomas decisiones y aparentas que eres un adulto. Pero 21 es muy pronto para jugar a ser adultos, PETER sigue rondando por tu cabeza, y a pesar de las risas que cause tu inocencia, eso te hace enorme.
Que no te de pena cumplir años, porque gracias a ello eres la gran persona que eres ahora.

Gracias por ser mi sonrisa. Por regalármela durante 21 años.
Te quiero aunque a veces se queda corto.

sábado, 20 de abril de 2013

Nada es para siempre.

Las relaciones, las amistades, los para siempre, los te quiero, las cartas, los sueños. 
Todo acaba rompiéndose tarde o temprano. En la mayoría de las casos por confiar en que nunca pasaría, pero nada es para siempre, y eso no lo sabes hasta que lo vives. Hasta que anhelas lo que un día tuviste, pero se rompió, hasta que buscas lo que antes tenías, pero se perdió.
Las personas van y vienen eso es cierto, los ángeles vuelan, y a veces gastas el número de recuerdos por crear, y ciao mon amour!
Confundes superar algo con olvidarlo, como si por dejar de mirarlo dejase de existir. Como si nunca hubieses querido con locura, como si al mirar esas fotos no echases algo de menos y la nostalgia te encogiese el corazón. Como si por estar a dos mil kilómetros de distancia no existieses. Como si en dos meses no volvieses a aparecer en mi vida.
Pero la vida consiste en tener la suficiente inteligencia como para saber que dejar atrás sin arrepentirte cuatro pasos mas alante. Consiste en decidir, en elegir, en anteponer felicidades, 
¿la tuya o la de los demás?.
Y te aseguro que es una suerte si la de los demás es la misma que la tuya.

Por eso quizás debamos de aceptar que el pasado sigue tal cual los dejamos, con todos los momentos bonitos que salen a flote en los momentos mas inoportunos y todas las putadas que pinchan en el corazón, y que a ratos nos hacen retroceder cuatro de cada tres pasos dados. Todos perdonamos, pero olvidar es cosa de otra vida, lo roto, roto está.
Haberlo pensado antes de lanzarlo en caída libre a la nada, 
como hice yo con tantas cosas, 
como hice yo conmigo misma,
como hiciste tú con todo aquello que te dí.
Y ahora tengo vértigo incluso estando con los pies en el suelo.

jueves, 4 de abril de 2013

Ya verás.

Que yo te vi primero y sobraba lo demás...
Sobraron los quiero pero no puedo, sobraron los besos guardados por si volvías a darme tus mejores noches. Sobraron las mariposas y los cometas que estallaban en mis ojos cuando aparecías para hacerme sonreír. Sobraron el "yo creo" y el "quizás". Sobraron las palabras atravesadas en mi garganta por miedo a entrar en contacto con el aire. Y ahora sobran los recuerdos. Sobra mi subconsciente que aprovecha a partir de media noche para hacerte aparecer en contra de mi voluntad.
Pero con el tiempo aprendes que los recuerdos no se borran.
Que las mariposas se durmieron hace meses y viven con miedo a despertar.
Los besos guardados se caducaron por no darlos intercalados con aquellos "quédate" que intentaban retenerte cinco segundos mas a mi lado y ahora ordeno todas esas palabras listas para salir en un orden diferente quizás al de hace miles de noches.

Y creo que entonces salté tan alto que volé,
en mil pedazos,
y quizás tu te hayas llevado alguno de esos pedazos, pero siguen faltando piezas, trozos de un corazón malgastado por los años, y con unas ansías locas de enamorarse antes de que vuelva a aparecer tu sonrisa a la vuelta de la esquina e inconscientemente sigo guardándote ese lugar por si apareces, pero conscientemente desaparecería si vuelves aparecer. 
Aún no he encontrado una teoría que explique mi manía de echarte de menos los meses impares y de más los meses pares,
llámame loca,
pero creo que sobrepase los límites de la cordura, y créeme que eso me da mas miedo que tú.
Otorgarte esa importancia que demostraste no tener el día del desastre de mi vida me hace odiarte aún más, y preguntarme ¿qué coño hiciste para hacerme creer que de verdad podía volar?.
Me mataste, y ahora vivo esperando a alguien que no me haga creer que puedo volar, sino que me haga volar.

Ya sabes que en este juego nunca podemos ganar los dos.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Sigo viéndote brillar.

Los días pasaban a la vez que aumentaban los exámenes, las horas de clase y todos esos cafés en vena a los que ya me hice inmune. Llevo cuatro años haciendo lo que quiero, y eso está empezando a matarme. Está comprobado que estar mas de veinte días fuera de CASA se hace insoportable, darte cuenta de la realidad de estos últimos años y ver que todo está vacío, que nada es lo que era, ellos no son ellos, y mis cuatro ángeles siguen siendo ellas, y solo ellas. Siempre. Los héroes de mi vida son los que me recogen de ese andén para salvarme siempre que lo necesito. La ciudad mas gris del mundo solo es eso, gris, y yo vivo a expensas de que mi vida de un giro de ciento ochenta grados, o a que tu aparezcas por ella y que me hagas  perder la cabeza, otra vez.
Pero se acabaron los horarios, las metas, los límites y las exigencias. Se acabaron los píes de plomo, la conciencia, y el que dirán, porque me importa una mierda el qué dirán. Se acabó hacer lo correcto, tener 21 y haberme perdido la mitad de la mitad por no mirar atrás.
Quiero volver a enamorarme como hice con quince años, y luego con diecinueve. Y que me vuelvan a romper el corazón, como hicieron a los veinte.
De nada sirve lamentarse dentro de veinte o treinta años, vivir al lado de una persona por la que no haya perdido la cabeza pero si me de una estabilidad. A la mierda la estabilidad si no hay amor, si no hay locura y todo se basa en esa maldita cordura que nos conduce a todos a la autodestrucción.
La vida es para los arriesgados, para los que saben que van a estamparse, y se lanzan al vacío, para los que a pesar de llorar durante mas de quinientas noches, estallaron de felicidad durante quince días, y vale la pena hacerse añicos por esos sentimientos.
Estar en CASA nunca me mostró tan claramente el camino a seguir. Yo, que andaba tan pérdida, tan desesperada por salir a flote debajo de aquella capa de hielo, asfixiada por la realidad, por los no-amigos, por los días que taché del calendario sin pena ni gloria.
Me desespero de esperar que pase algo cuando solo pasa la vida, y yo la dejo escapar.

Hoy no voy a ser quien quieres, no tengo miedo, voy a saltar.

domingo, 17 de marzo de 2013

Otra vez.

Sin saber cómo has llegado a mitad de Marzo, los días corren por el calendario, y la vuelta a casa cada vez está mas cerca aunque aún parece demasiado lejos. Y para ser Marzo, y 17, los recuerdos no aparecen, ni duelen, quizás sea la última señal que me faltaba para irme ya de esa orilla. Ya no quedan mas restos del naufragio por recoger, y yo ya no escribo porque soy feliz de que no estás.
Ahora solo queda esperar que vuelva a llegar Noviembre, y que ya no queden ni los recuerdos. Jamás pensé olvidarte, pero últimamente es demasiado fácil, ni si quiera me apetece que seas ese clavo ardiendo, me da igual caer. Y quizás haya tocado fondo, y mañana vuelva a ser Lunes, y esos ojos me hayan dado calabazas, pero nada duele. Quizás me hice inmune al dolor, o ya no merece la pena llorar por nadie, porque no creo que nadie llore por mí.
Mañana todo seguirá como toda esa puta rutina que no hay forma de cambiar, seguir adelante y sobrevivir hasta mañana, siempre sobreviviendo, o malviviendo según como se mire.
Volvería a perderme entre todas esas montañas, volvería a sentir el vértigo, y si me diesen la opción, cambiaría el noventa por ciento de lo que hay a mi alrededor. Cambiar, evolucionar, continuar. Todo en esta vida requiere un cambio, pero si te digo la verdad ando tan perdida que creo que me confundí en la salida de la anterior rotonda. Un cambio de planes, un giro inesperado, un amago de autoconfianza teñido de indiferencia, un volver a empezar. El "tú puedes" ya desafía hasta las leyes de la gravedad, y he adelantado todos los relojes para volver cuanto antes a mi lugar favorito universal, con mis héroes y mis ángeles, donde todo es tan fácil a ratos que moriría por vivir en ese cable inglés, y no me perdería ningún atardecer, los dibujaría todos en mi retina por si algún día tuviese que volver a la ciudad mas gris del mundo.
Volver a empezar, otra vez, y ya perdí la cuenta de cuantas van.

lunes, 11 de marzo de 2013

Hoy se cumplen tantas noches desde aquella noche que no paró de llover y aunque no pensaba acordarme de ti, siempre hay momentos que te lo recuerdan. Pero hace mas de veinte días que no pasas por aquí, ni yo por allí y eso me hace feliz. Quizás tenga que contarte que ahora busco otros ojos, al igual que antes buscaba los tuyos, que ahora sonrío por otra sonrisa, aunque no sea mía, aún. Que cada día estoy mas enamorada de tu ciudad, quizás porque tu no estás.
Aunque últimamente parece que todo se complica por segundos, y lo de cuando se cierra una puerta se abre una ventana no acaba de cumplirse.
Hoy ha vuelto a llover.
Pero a las 2.00 a.m. yo no estaré en la esquina de ese bar donde nos hicimos invisibles. Estaré en casa, soñando con otros ojos, y creando planes alternativos para conseguir que despierten al otro lado de la cama. Supongo que tú harás algo similar. Parece mentira como cambiaron las cosas desde aquella noche que no paró de llover, eh?

miércoles, 20 de febrero de 2013

El tiempo que se tarda en dar una explicación podría ser el que se emplea en un último baile.

Se me había olvidado lo que era olvidarte, en el sentido de no ser la primera persona en cruzarse por mis ojos aún en blanco cuando aún están poniendo las aceras.
Como si de repente fuese fácil olvidarte, y voy recogiendo todas esas señales que lo único que a hacen es alejarme de ti, y dejarme leer entre renglones torcidos que aún quedan muchas piedras con las que tropezar, y que ya es hora de seguir todas esas señales, de olvidar aquel veinte de febrero en el que pusimos todo del revés. Ahora yo no me quedan ni ganas de pensarte, ni de esperarte, ni de quererte. Los recuerdos comienzan a alejarse de la orilla, hasta nuevo aviso, como siempre hace la marea.
No sabes lo que daría por enamorame de otros ojos que no sean los tuyos y volver a estallar de felicidad. Ahora se que lo haré, y no será contigo. Lo juro, juro que te olvidaré, y todos esos Febreros ya no serán tuyos, ni nuestros. Ya no serás tú y yo no seré contigo.
Y es una pena, porque podríamos haber tenido el record del mundo en querernos.

lunes, 11 de febrero de 2013

Mientras tú llegues siempre tarde y yo siempre esté esperándote.

¿Cuánto camino llevabas andado pensando lo mismo que yo? 
Ni si quiera los días podrías contarlos, habías perdido de vista el reloj.
La puntualidad de los sentimentales que estiran el tiempo como si un "adiós" fuera a durar toda una vida, una despedida que no terminó. 
Tendré que acostumbrarme, a lo mejor, a la impaciencia de que tú llegues siempre tarde y yo siempre esté esperándote.
Que yo te esperé y tú desesperaste entre tardes fugaces. Se hace de día, en una ciudad que no es mía y el chico que duerme a mi lado nunca sabrá que existías. Jamás se hablará de ti en la comida, y eso que a veces, cuando atardece, pienso en la vida que voy a perderme. Luces incandescentes. Sueño que vienes a verme.
Si dejáramos de lado todo aquello que nos duele, tendríamos un sitio para volver a ser alguien diferente, mientras tú llegues siempre tarde y yo siempre esté esperándote.

Vaya sensación, algo se quemó por dentro del caparazón. Yo debía estar ardiendo.


miércoles, 6 de febrero de 2013

+ A mí tú no me llamas puta. Cuando te conocí, creí que había encontrado a la persona con la que iba a pasar el resto de mi vida, ¿sabes?. Eso creí. Y todos los chicos, los bares, y mis traumas evidentes me daban igual, porque te había encontrado. Tú me dejaste, escogiste a Addison y me estoy recuperando. No te pediré disculpas por cómo decido reparar lo que rompiste. No te permito que me llames puta.
- Lo nuestro ha terminado. Se acabó.
+ Por fin.
- Si, ya está.
+ Ya lo creo.

martes, 5 de febrero de 2013

Puta vida.

Vuelve Febrero. Vuelven los recuerdos. Pero no vuelves tú, y te aseguro que sería capaz de raptarte para el resto de mis días. Y aquel puto beso en la mejilla, o quizás aquellos, me declaran totalmente compatible con tu vida, recordándome que quizás si...atornillándome el corazón, notando como cada grieta vuelve a sangrar, como sigue luchando por latir, sin ti. Muriendo de miedo ante la posibilidad de que todo sea una puta locura y que en realidad no recuerdas ni uno de esos segundos en los que me dejaste sin respiración.
Muriendo de celos por pensar en cuantos labios habrás engañado, y si alguno caló mas hondo que otros. Aún así, sigo respirando, excepto cuando los recuerdos disparan a quemarropa, y algo dentro de mi muere por gritar que se acabé ya, porque ya no puedo más, "déjame ya en paz, o quiéreme tanto como para estallar...".

Estallemos juntos, pues.

jueves, 31 de enero de 2013

Igual

Y de repente me descubro mirándote, observando cada centímetro de tu cara a cientos de besos de distancia. Y aún recuerdo como recorrí cada milímetro de tu cara, de tos dedos, de tu corazón, intentando hacerte una señal para que supieses volver, pero me olvidé que eres de los que no se enamoran. Aceptar que perdí aquella guerra no me hace quererte menos, o olvidarte antes. Tras probar todos los remedios caseros y todas las formas habidas y por haber llegué a la conclusión de que olvidarte era cosa de otra vida. Incluso tape tus besos con otros que me sanaron las heridas, pero no eras tú. Y yo no entendía por qué él no, si yo sí. Pero no eras tú. Y me inventado mil historias en las que estás, y todo es tan jodidamente bonito que ni siquiera parece real, y quizás sea lo único que me quede, las sobras de un amor malgastado por todas esas lacayas que morían por decirte que sí y tú matabas por no decirles que no.
Borrar, avanzar, volver a borrar. No conseguí escribir más de dos páginas seguidas desde que te fuiste o en su defecto, desde que yo te eché a patadas, esperando que volvieses, que vinieses, como esa a la que llamaban loca por esperar en el muelle de San Blas. Pero los restos del naufragio siguen llegando a la orilla, a recordarme que te fuiste, pero que volverás, y yo ya no te busco por si te encuentro, y no te llamo por si vienes. Y pienso, que ya habrás encontrado cientos de besos nuevos, de faldas que desabrochar, y de noches sin dormir.
Pero me vendería por saber si tu me buscas, para encontrarme.

domingo, 27 de enero de 2013

I'm a dreamer.

Que fácil sería quererte. Escaparnos de aquí donde nadie nos encuentre, empezar de cero, tu conmigo y yo contigo. Quererte después del café, a media noche, o recién levantado. Que fácil sería borrar todas nuestras pisadas que nos atan a todo eso que no nos deja avanzar. Que fácil sería que volvieses y que fuésemos los de antes, los de "sin ti yo no", los de quedarse abrazados hasta que el mundo se quedase dormido con tus dedos en mi espalda y con solo el aliento entre nosotros dos. Que fácil sería no tener que decirte nunca adiós, darte los buenos días con caricias, que fácil sería entonces olvidar tantas guerras abiertas, tantas cicatrices que dejaste en carne viva, tantos besos que se quedaron guardados por si regresabas. Y la felicidad estallaría en todos los rincones de esa habitación, yo dejaría de huir de ti y por lo tanto de mi, para encontrarte, aunque sé que nunca te fuiste, aunque siempre serás esa canción que suene cuando mas la necesito, rogándome que te recuerde, que nos recuerde, y todo lo que solíamos ser. Y en un instante de felicidad te perdonaría lo imperdonable a cambio de tenerte conmigo para siempre. Y cuando me cruce con tu mirada negaré lo innegable, y entonces me temblará hasta el corazón, titubeando, haciéndose de rogar, y rencoroso de todas las marcas que le dejaste a cambio de nada. Y en las noches de felicidad inducida te robaré infinitos besos, te rogaré con la mirada, te diré que siempre fuiste tú aunque yo no quiera, y al fin terminará de empezar.

martes, 22 de enero de 2013

Echarás de menos hasta...

De repente es fácil volver al pasado, siempre guardamos los mejores momentos a salvo de cualquier desastre, y es fácil reconocer que conocí todos los estados de la felicidad, que nunca he querido tanto en mi vida, de esas veces que quieres y quieres y quieres con cada célula de tu cuerpo, con cada terminación nerviosa, con cada centímetro de mi piel que desearía que fuese tuyo. Quieres hasta el punto de aceptar que cuando se quiere tanto es imposible olvidar-lo/-te/-nos porque tienes todas esas cicatrices de besos y sueños alrededor de tu cuerpo, invisibles para el resto del mundo. Muchas personas se han perdido ese querer por miedo a hacerse añicos, quizás porque le dan miedo las alturas, o porque creen que en la vida todo es volar. Si os cuento un secreto odio las alturas, me muero de miedo cuando estoy a dos metros del suelo, y tengo vértigo hasta de tus palabras, pero todo era tan fácil cuando soñabas a mi lado, cuando el corazón te latía con tanta fuerza que en cualquier momento saldría a correr detrás de el mío.
Pero yo no me quiero morir sin cicatrices. Y en esos segundos de casi estallar de felicidad me olvidé del miedo que me daban las alturas, de que me daba vértigo volar sobre dos ruedas, pero no si podía agarrarme a tu cintura. Que te he querido hasta doler, y te querré hasta olvidarte, que te espero sin querer, que no quiero que vuelvas, pero me muero porque vuelvas a darme las buenas noches, porque desde hace tiempo solo son noches. Que te gritaría que te necesito aquí conmigo y después soplaría todas esas palabras hasta que cruzasen todos esos kilómetros de distancia y te repitan al oído que te echo de menos. Que no se donde estás, ni lo que quieres, pero vendería todos esos restos del naufragio por tener la certeza de que volverás a hacerme volar, de que esto no ha acabado, de que me querrás, te querré, nos querremos... y que no despertaré si no es a tu lado.

sábado, 19 de enero de 2013

Ganar perdiendo.

Estas idas y venidas son peores que esa ciclogénesis explosiva que anuncia el hombre de la tele. Los días comienzan a pesar y la imaginación y los recuerdos alcanzan límites inalcanzables, y tan pronto estás con las lágrimas en tu barbilla como con la sonrisa a punto de salirse de tu cara. Y me encantaría no pensar en ti en mis idas y venidas, y que no sonase esa canción en modo aleatorio que acabe hundiéndome en la mierda, haciéndome creer que volverás, pero a mi cama, y aunque yo no quiera que vuelvas sé que lo harás alguno de estos días, atrayendo los relámpagos, retrocediendo el tiempo e impidiéndome avanzar, y es que la vida es tan fácil cuando estás tan lejos. Pero entonces es cuando me imagino que si que quiero que vuelvas, y que te enamores de mi sonrisa todos los putos días que queden hasta que me largue definitivamente de esa ciudad, esa misma sonrisa que te cargaste durante tantas noches de insomnio y de verano, y entonces será cuando te gritaré que no eras lo que merecía y tu sabrás que me iré y me verás dando saltos de alegría entonces yo me cargaré tu sonrisa de la misma forma que tu hiciste añicos la mía, y volverás a por mi, y yo huiré de ti, hasta encontrarme contigo, hasta que choquemos de frente, y tras muchas noches en las que hayas recapacitado, y hasta que no te des cuenta de que soy lo mejor que te ha pasado en tu mierda de vida en la que te creíste invencible, te darás cuenta de que no lo eres, y que cuando pensaste que ganaste, me perdiste.

jueves, 10 de enero de 2013

Ya no.

Nunca sabía cuando ibas a volver, así que decidí prepararme el corazón por si acaso volvías a aparecer. Saqué todos esos recuerdos de aquel sitio donde los guarde para no volver a tropezar con ellos, y de esa forma pensé que me haría mas fuerte para cuando aparecieses, el caso es que se me olvidó que solo guardé lo bueno, y claro, todo fue una catástrofe, tú te quedaste a dos puertas de distancia y yo con todos esos recuerdos esparcidos por el suelo de mi habitación que a ratos, quemaban.
Así que cogí esa maleta verde y la llené hasta los topes y regresé a mi lugar favorito universal, pensado que cuando volviese tu ya no estarías. Pero con el tiempo y las heridas te das cuenta de que la vida no ocurre cuando tu quieras si no que cuando menos te lo esperas te encuentras en ese semáforo en rojo donde hubo tantas despedidas, que de repente alguien pone a toda voz esa canción desde la calle que te recuerda lo idiota que fui la última vez que te pedí tu amor. O de repente cambias los planes y de repente apareces.
...
Yo no tenía el corazón preparado, y todas esas corazas se fueron con los propósitos de año nuevo, al igual que la idea de que tu fueses el amor de mi vida. Así que de repente choqué contra un muro que no sabía como iba a saltar cuando llegases, pero sin saber como ese muro ya no estaba. Yo decidí esconder esa foto, decidí que tu no fueses el amor de mi vida, y decidí que fuiste una parte de mi vida, pero no la mas importante.
Que aquel "sin ti yo no", se quedó en un "sin ti ya no".
Que volverás a irte, y yo seguiré bailando.