domingo, 17 de marzo de 2013

Otra vez.

Sin saber cómo has llegado a mitad de Marzo, los días corren por el calendario, y la vuelta a casa cada vez está mas cerca aunque aún parece demasiado lejos. Y para ser Marzo, y 17, los recuerdos no aparecen, ni duelen, quizás sea la última señal que me faltaba para irme ya de esa orilla. Ya no quedan mas restos del naufragio por recoger, y yo ya no escribo porque soy feliz de que no estás.
Ahora solo queda esperar que vuelva a llegar Noviembre, y que ya no queden ni los recuerdos. Jamás pensé olvidarte, pero últimamente es demasiado fácil, ni si quiera me apetece que seas ese clavo ardiendo, me da igual caer. Y quizás haya tocado fondo, y mañana vuelva a ser Lunes, y esos ojos me hayan dado calabazas, pero nada duele. Quizás me hice inmune al dolor, o ya no merece la pena llorar por nadie, porque no creo que nadie llore por mí.
Mañana todo seguirá como toda esa puta rutina que no hay forma de cambiar, seguir adelante y sobrevivir hasta mañana, siempre sobreviviendo, o malviviendo según como se mire.
Volvería a perderme entre todas esas montañas, volvería a sentir el vértigo, y si me diesen la opción, cambiaría el noventa por ciento de lo que hay a mi alrededor. Cambiar, evolucionar, continuar. Todo en esta vida requiere un cambio, pero si te digo la verdad ando tan perdida que creo que me confundí en la salida de la anterior rotonda. Un cambio de planes, un giro inesperado, un amago de autoconfianza teñido de indiferencia, un volver a empezar. El "tú puedes" ya desafía hasta las leyes de la gravedad, y he adelantado todos los relojes para volver cuanto antes a mi lugar favorito universal, con mis héroes y mis ángeles, donde todo es tan fácil a ratos que moriría por vivir en ese cable inglés, y no me perdería ningún atardecer, los dibujaría todos en mi retina por si algún día tuviese que volver a la ciudad mas gris del mundo.
Volver a empezar, otra vez, y ya perdí la cuenta de cuantas van.

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