miércoles, 27 de marzo de 2013

Sigo viéndote brillar.

Los días pasaban a la vez que aumentaban los exámenes, las horas de clase y todos esos cafés en vena a los que ya me hice inmune. Llevo cuatro años haciendo lo que quiero, y eso está empezando a matarme. Está comprobado que estar mas de veinte días fuera de CASA se hace insoportable, darte cuenta de la realidad de estos últimos años y ver que todo está vacío, que nada es lo que era, ellos no son ellos, y mis cuatro ángeles siguen siendo ellas, y solo ellas. Siempre. Los héroes de mi vida son los que me recogen de ese andén para salvarme siempre que lo necesito. La ciudad mas gris del mundo solo es eso, gris, y yo vivo a expensas de que mi vida de un giro de ciento ochenta grados, o a que tu aparezcas por ella y que me hagas  perder la cabeza, otra vez.
Pero se acabaron los horarios, las metas, los límites y las exigencias. Se acabaron los píes de plomo, la conciencia, y el que dirán, porque me importa una mierda el qué dirán. Se acabó hacer lo correcto, tener 21 y haberme perdido la mitad de la mitad por no mirar atrás.
Quiero volver a enamorarme como hice con quince años, y luego con diecinueve. Y que me vuelvan a romper el corazón, como hicieron a los veinte.
De nada sirve lamentarse dentro de veinte o treinta años, vivir al lado de una persona por la que no haya perdido la cabeza pero si me de una estabilidad. A la mierda la estabilidad si no hay amor, si no hay locura y todo se basa en esa maldita cordura que nos conduce a todos a la autodestrucción.
La vida es para los arriesgados, para los que saben que van a estamparse, y se lanzan al vacío, para los que a pesar de llorar durante mas de quinientas noches, estallaron de felicidad durante quince días, y vale la pena hacerse añicos por esos sentimientos.
Estar en CASA nunca me mostró tan claramente el camino a seguir. Yo, que andaba tan pérdida, tan desesperada por salir a flote debajo de aquella capa de hielo, asfixiada por la realidad, por los no-amigos, por los días que taché del calendario sin pena ni gloria.
Me desespero de esperar que pase algo cuando solo pasa la vida, y yo la dejo escapar.

Hoy no voy a ser quien quieres, no tengo miedo, voy a saltar.

domingo, 17 de marzo de 2013

Otra vez.

Sin saber cómo has llegado a mitad de Marzo, los días corren por el calendario, y la vuelta a casa cada vez está mas cerca aunque aún parece demasiado lejos. Y para ser Marzo, y 17, los recuerdos no aparecen, ni duelen, quizás sea la última señal que me faltaba para irme ya de esa orilla. Ya no quedan mas restos del naufragio por recoger, y yo ya no escribo porque soy feliz de que no estás.
Ahora solo queda esperar que vuelva a llegar Noviembre, y que ya no queden ni los recuerdos. Jamás pensé olvidarte, pero últimamente es demasiado fácil, ni si quiera me apetece que seas ese clavo ardiendo, me da igual caer. Y quizás haya tocado fondo, y mañana vuelva a ser Lunes, y esos ojos me hayan dado calabazas, pero nada duele. Quizás me hice inmune al dolor, o ya no merece la pena llorar por nadie, porque no creo que nadie llore por mí.
Mañana todo seguirá como toda esa puta rutina que no hay forma de cambiar, seguir adelante y sobrevivir hasta mañana, siempre sobreviviendo, o malviviendo según como se mire.
Volvería a perderme entre todas esas montañas, volvería a sentir el vértigo, y si me diesen la opción, cambiaría el noventa por ciento de lo que hay a mi alrededor. Cambiar, evolucionar, continuar. Todo en esta vida requiere un cambio, pero si te digo la verdad ando tan perdida que creo que me confundí en la salida de la anterior rotonda. Un cambio de planes, un giro inesperado, un amago de autoconfianza teñido de indiferencia, un volver a empezar. El "tú puedes" ya desafía hasta las leyes de la gravedad, y he adelantado todos los relojes para volver cuanto antes a mi lugar favorito universal, con mis héroes y mis ángeles, donde todo es tan fácil a ratos que moriría por vivir en ese cable inglés, y no me perdería ningún atardecer, los dibujaría todos en mi retina por si algún día tuviese que volver a la ciudad mas gris del mundo.
Volver a empezar, otra vez, y ya perdí la cuenta de cuantas van.

lunes, 11 de marzo de 2013

Hoy se cumplen tantas noches desde aquella noche que no paró de llover y aunque no pensaba acordarme de ti, siempre hay momentos que te lo recuerdan. Pero hace mas de veinte días que no pasas por aquí, ni yo por allí y eso me hace feliz. Quizás tenga que contarte que ahora busco otros ojos, al igual que antes buscaba los tuyos, que ahora sonrío por otra sonrisa, aunque no sea mía, aún. Que cada día estoy mas enamorada de tu ciudad, quizás porque tu no estás.
Aunque últimamente parece que todo se complica por segundos, y lo de cuando se cierra una puerta se abre una ventana no acaba de cumplirse.
Hoy ha vuelto a llover.
Pero a las 2.00 a.m. yo no estaré en la esquina de ese bar donde nos hicimos invisibles. Estaré en casa, soñando con otros ojos, y creando planes alternativos para conseguir que despierten al otro lado de la cama. Supongo que tú harás algo similar. Parece mentira como cambiaron las cosas desde aquella noche que no paró de llover, eh?