martes, 22 de enero de 2013

Echarás de menos hasta...

De repente es fácil volver al pasado, siempre guardamos los mejores momentos a salvo de cualquier desastre, y es fácil reconocer que conocí todos los estados de la felicidad, que nunca he querido tanto en mi vida, de esas veces que quieres y quieres y quieres con cada célula de tu cuerpo, con cada terminación nerviosa, con cada centímetro de mi piel que desearía que fuese tuyo. Quieres hasta el punto de aceptar que cuando se quiere tanto es imposible olvidar-lo/-te/-nos porque tienes todas esas cicatrices de besos y sueños alrededor de tu cuerpo, invisibles para el resto del mundo. Muchas personas se han perdido ese querer por miedo a hacerse añicos, quizás porque le dan miedo las alturas, o porque creen que en la vida todo es volar. Si os cuento un secreto odio las alturas, me muero de miedo cuando estoy a dos metros del suelo, y tengo vértigo hasta de tus palabras, pero todo era tan fácil cuando soñabas a mi lado, cuando el corazón te latía con tanta fuerza que en cualquier momento saldría a correr detrás de el mío.
Pero yo no me quiero morir sin cicatrices. Y en esos segundos de casi estallar de felicidad me olvidé del miedo que me daban las alturas, de que me daba vértigo volar sobre dos ruedas, pero no si podía agarrarme a tu cintura. Que te he querido hasta doler, y te querré hasta olvidarte, que te espero sin querer, que no quiero que vuelvas, pero me muero porque vuelvas a darme las buenas noches, porque desde hace tiempo solo son noches. Que te gritaría que te necesito aquí conmigo y después soplaría todas esas palabras hasta que cruzasen todos esos kilómetros de distancia y te repitan al oído que te echo de menos. Que no se donde estás, ni lo que quieres, pero vendería todos esos restos del naufragio por tener la certeza de que volverás a hacerme volar, de que esto no ha acabado, de que me querrás, te querré, nos querremos... y que no despertaré si no es a tu lado.

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