miércoles, 20 de febrero de 2013

El tiempo que se tarda en dar una explicación podría ser el que se emplea en un último baile.

Se me había olvidado lo que era olvidarte, en el sentido de no ser la primera persona en cruzarse por mis ojos aún en blanco cuando aún están poniendo las aceras.
Como si de repente fuese fácil olvidarte, y voy recogiendo todas esas señales que lo único que a hacen es alejarme de ti, y dejarme leer entre renglones torcidos que aún quedan muchas piedras con las que tropezar, y que ya es hora de seguir todas esas señales, de olvidar aquel veinte de febrero en el que pusimos todo del revés. Ahora yo no me quedan ni ganas de pensarte, ni de esperarte, ni de quererte. Los recuerdos comienzan a alejarse de la orilla, hasta nuevo aviso, como siempre hace la marea.
No sabes lo que daría por enamorame de otros ojos que no sean los tuyos y volver a estallar de felicidad. Ahora se que lo haré, y no será contigo. Lo juro, juro que te olvidaré, y todos esos Febreros ya no serán tuyos, ni nuestros. Ya no serás tú y yo no seré contigo.
Y es una pena, porque podríamos haber tenido el record del mundo en querernos.

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