martes, 11 de septiembre de 2012

Habían pasado ya mas de las quinientas noches necesarias para olvidar desde aquel Marzo que no paro de llover. El malomalísimo desapareció del mundo, de mi mundo, quizás solo aparecía en esas ocasiones en las que una parte de tu cuerpo aún lo buscaba de reojo. Una historia que no tuvo ningún principio pero si un final, de esas que te dejan en la cuerda floja, de esas que te hunden hasta sentir dolo en partes del cuerpo que ni siquiera sabías que existían. Ahora esa historia está a años luz de tu sonrisa. Pero a veces aparece, titubeando, intentando hacerte recordar, haciendo que notes con las yemas de tus dedos todas esas cicatrices que ahora están mas que curadas, pero que ahí están. Como los recuerdos, como tu sonrisa y esa forma desafiante de buscar mis ojos cuando yo no quiero encontrar los tuyos. Ya no son tus ojos los que me quitan el sueño, ni tu risa, ni tu voz. La vida no es tan puta como tu me la pintaste. Y todos esos barcos de papel, naufragaron. Ahora llévatelos, en tu maleta, a miles de kilómetros de distancia.

domingo, 9 de septiembre de 2012

CO-RAZONES


No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza por eso de que sus caderas...
Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa y esas maneras y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da. Pero además la he visto seria ser ella misma y en serio que eso no se puede escribir en un poema.
Por eso, eso que me cuentas de que mírala cómo bebe las cervezas y cómo se revuelve sobre las baldosas y qué fácil parece a veces enamorarse.
Todo eso de que ella puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción...
todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.
Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que ella aparezca de golpe y de frente para decirte, venga, "hazte un peta y me lo cuentas".
No sabes lo que es despertarte y que ella se retuerza y bostece, luego te abrace, y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.
Así que supondrás que yo soy el primero que entiende el que pierdas la cabeza por sus piernas y el sentido por sus palabras y los huevos por un minimo roce de mejilla.
Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa, las incomodidades de orgullo que pueda provocarte son algo con lo que ya cuento.
Quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada, que hace tiempo que escribo los míos.
Que yo también la veo, que cuando ella cruza por debajo del cielo solo el tonto mira al cielo.
Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior.
Que conozco su voz en formato susurro y formato gemido y en formato secreto.
Que me sé sus cicatrices y el sitio que la tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría, y me sé lo de sus rodillas y la forma que rozar las cuerdas de una guitarra.
Que yo también he memorizado su numero de teléfono pero también el numero de sus escalones y el numero de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías.
Que no solo conozco su última pesadilla, también las mil anteriores, y yo sí que no tengo cojones a decirla que no a nada porque tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con la luna, y mira que hay tontos enamorados en este mundo.
Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella, rendida a ese puto milagro que supone que exista.
Que la he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que estos dedos, y la he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que la puso el camino, y la he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana; no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.
Que lo de "mira sí, un polvo es un polvo", y eso del tesoro pintado de rojo sobre sus uñas y solo los sueños pueden posarse sobre las cinco letras de su nombre.
Que te entiendo. Que yo escribo sobre lo mismo. Sobre la misma. 

Que razones tenemos todos, pero yo muchas más que vosotros.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Me dejaría engañar cada noche de mi vida.

Quieres volverme loca. Quizás dejarme sin respiración, hacerme volar para luego cortarme las alas. Hacerme soñar con viajes al otro lado del mundo para luego decirme que no tenga prisa por que la rana se transforme en principe. Dices que ya la has olvidado, cuando estás intentando que yo la borre de tu cabeza o de donde quiera que esté. Desconcertandome. Quizás sea mejor que lo sueltes ahora, que sepa que las noches que nos quedan por pasar tienen fecha de caducidad, que los besos se gastan, y todos esos lugares a los que nos íbamos a escapar se van a quedar tal y como están. Que aunque no lo quiera aceptar, quizás si que seas el amor de aquel verano que se hizo inolvidable. Quizás desaparezcas hasta Julio del dos mil trece... Pero quizás Julio del dos mil trece nos quede demasiado lejos. Quizás los mayas llevan razón y el mundo se acaba. Y ya no habrá mas veranos inolvidables, ni mas ojos verdes que me den los buenos días con besos y sonrisas, ni tiempo para cobrar mis veintiún besos. Quizás las horas están mas que contadas, doscientas dieciséis para ser exactos.
¿Y sabes qué?
Dejaría engañarme cada minuto de esas doscientas dieciséis horas con tal de un beso más.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Septiembre llega para jodernos la sonrisa.

Parece increíble saber que hace ocho horas estaba en mi lugar favorito universal contigo. Contigo y con tus ojos verdes. Ahora son ciento noventa y nueve los kilómetros que separan mis ojos marrones de los tuyos verdes, y para lo que van a ser, ahora son pocos. He vuelto a ese piso en mitad de esta vieja ciudad, con sus ventanas azules y con un poco mas de polvo que cuando me fui hace ya un mes y pico. El suficiente tiempo para darme cuenta de como han cambiado las cosas. Como cuando hace dos meses mi corazón daba bocanadas de aire por otros labios. Como tenía de claro cada punto y cada coma de esa historia de la que ahora no quedan ni las intenciones. De como el malo malísimo está a años luz de mi sonrisa. De como había planeado cada segundo, y ahora ni te echo de menos en Septiembre, como en los años 60. Lo que echaba de menos, ahora lo echo de más. Y esto es una puta locura. Un adelanto de lo que queda por venir. De las conversaciones pendientes, de los trescientos cuarenta y siete kilómetros que vienen a jodernos, de los reencuentros, de horas de clase y de cafetería, de apuntes y codos, de noches que se convierten en días, de amaneceres por Gran Vía. De contar las horas para volver a verte.

lunes, 3 de septiembre de 2012

El caminar de tu dedo en mi espalda dibujando un corazón.

El mundo se puso patas abajo después de todo aquello. Sin saber como ni cuando acabamos en ese cuarto, escondidos del mundo, sin que nunca llegase a amanecer por no ser capaces de subir las persianas y aceptar que era de día y que tarde o temprano me tendría que marchar. Era el aliento lo único que cabía entre nosotros dos. Y esos ojos verdes los que me lo quitaban. Riéndonos de como hace diez años hacíamos castillos en la arena, y ahora, ahora los hacemos en el aire. Con mas ganas que miedo, intentando parar el tiempo con cada beso en la mejilla. Provocandome ochocientas sonrisas al minuto. Teniendo envidia del tiempo, y de ese maldito Otoño que llega para hacernos desaparecer, y siendo realistas, todo llega, pero si algo tengo claro es que no quiero que esto se pase. Y en aquel instante efímero que tanto intentaba retener, dobló una esquina de mi vida como si fuera la página de un libro que quieres recordar.