sábado, 28 de septiembre de 2013

A veces el amor también puede ser triste.
Puede ser que los finales felices no existan, que las heridas decidan no curar, y el tiempo no avance.
Que tu sigas colgada de esos ojos que te taladran, hasta dentro. Que te recuerdan por qué no te volviste a enamorar.
Seis días han sido suficientes para querer escapar de allí, para darte cuenta de que es imposible sobrevivir a su lado.
Y no puedo quererte.
Pero te quiero.
Pero no puedo quererte, porque quererte es destruirme, es lanzarse al vacío, y cuando digo vacío es solo eso, vacío.
Quererte es matarme, morirme, dañarme, romperme.
Quererte es llorar seis días a cambio de sonreír uno.
Quererte es un fracaso, una condena a muerte, quererte es una mierda.

Y se supone que el amor tiene que ser bonito, que puede que de vez en cuando duela, pero al final siempre es bonito.
Y lo nuestro es de todo menos bonito.
Y no sabes como duele,
porque hay amores que no son recíprocos, otros que se gastan, otros que con el tiempo se vuelven secos y frágiles, otros que quieren más o menos, pero el nuestro es imposible, y cuando digo imposible, es que es imposible, no improbable. Imposible.
Y eso si que duele, querer a alguien pero aceptar que sois imposibles, que tú seguirás siendo el mismo, y yo esperaré otros cuantos años, dos, tres o diez, por si estos no han sido suficientes.
Y créeme que no quiero quererte, no quiero esperarte, y mucho menos tenerte.
Porque quererte más que a mí no sirve de nada si yo dejo de ser, y ya no tendrás a nadie que te quiera así.
Y entonces, fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario