miércoles, 25 de diciembre de 2013

Para volver a volver.

Todos tenemos esa persona que es capaz de destruirnos y de arreglarnos. La única que puede enseñarnos a tocar el cielo y el infierno. El que nos hace volar y luego nos corta las alas. El único capaz de curar todas las heridas que el mismo inventó.
Una persona capaz de hacerte sonreír incluso a dos mil kilómetros de distancia o a tres milímetros.
Esa persona que saca lo mejor y lo peor de ti. La única persona capaz de destrozarte y romperte en infinitos trozos. Esa misma que aparece y te arregla el día, y el corazón.
El que un día te hizo romper todos los límites de la felicidad, y al día siguiente llorar hasta romperte.
Una persona que es tu imposible, tu debilidad, tu "no puedo más pero voy a quedarme por si...", tus ganas de huir a donde esté el, tu necesidad de recorrer el mundo en su espalda, tus lunes convertidos en viernes, tu sonrisa infinita, tus mariposas que se convierten en huracanes, tu locura, tus "y si", tus días marcados a fuego, tus recuerdos.
Esa persona que a veces desearías no haber conocido,
y otras días le dirías "sube que te llevo" y que nadie nos encuentre.
A la que miras de reojo, sin que nadie lo entienda, a la que esperas, y desesperas, pero vuelves a esperar.
A la que quieres romper para que sepa lo que tu sentiste, lo que dolió. A la que cuidarías el resto de tu vida, por la que volverías a enamorarte todos los putos amaneceres y dejarías romperte todos los atardeceres, y que el se encargue de arreglarte las noches.
Y así todos los días, y todos los besos.
De esos que te deja el corazón en un puño, la sonrisa pendiente de un hilo del que solo él puede tirar, de los que te queman sin tocarte, de los que te miran y vuelas, de los que necesitas, al menos para sobrevivir.
De los que te joden la vida y la sonrisa. De los que odias, quieres, y vuelves a odiar. Pero no puedes evitarlo, y vuelves a buscarlo, por si cambia de opinión.
De los que aparecen cuando menos necesitas y cuando más quieres. De los que hacen de tormenta de arena, de naufragios, y de recuerdos. De los de " no eras lo que merecía" y sin embargo no quieres otra cosa. De los que todas las canciones te llevan hasta el. De los que te olvidas de olvidar.
De los que nunca dejas de querer.
Aún cuando te ha destrozado en mil trozos y sigues queriéndolo con cada uno de ellos,
mil veces más.

Y que puta locura.

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