martes, 25 de febrero de 2014

Los días contados.

Al final si que va a ser verdad que te vas,
que nos vamos.
Que tenemos los días contados. Y se acabaron los años de esperarte. Esperarte para nada. Porque te vas. Porque nos vamos.
Y ya no vale la pena luchar por nada.
Ya no vale volver a quererte con fecha de caducidad. Sabiendo que te vas a ir
Ya no volveremos a ser, ni a sentir. Se acaba, porque nos vamos. Porque tres años son demasiados años esperándote. Porque yo te llevo en todas las maletas y tu me olvidas en cada aeropuerto.

Porque decías que tenías que crecer, que solo eras feliz en movimiento.

El tiempo corre en nuestra contra,
y el destino o el karma o llámalo como quieras, también,
el caso es que ya no saben como gritarme que no eres para mí, y yo empeñada en que sí.
Pero han ganado los kilómetros, y que una vez vale. Pero se acabó.
Me voy de la ciudad más gris del mundo para no volver.
Y quizás tú también. Solo que con destinos distintos, con futuros separados y nada parecidos.
Se acaba,
y esta vez de verdad.

martes, 18 de febrero de 2014

Será que es Febrero.

De repente sonríes y a la mierda las nubes, la lluvia y los días grises. A la mierda el autocontrol, el "yo ya no te quiero", y que no eres lo que merecía. Y solo te gritaría "sube que te llevo", lejos pero contigo, donde no hubiese recuerdos y todo lo malo se convirtiese en bueno, donde la espera haya merecido la pena, donde pueda quererte sin "y si" de por medio. Donde no haya Lunes, ni Domingos, y yo despierte a cada sonrisa tuya, donde temblemos, pero no de miedo, de querernos. Firmar treguas, y rendirnos a todas esas guerras, que ganásemos los dos, que me despertases todas las putas mañanas y me durmieses todas las noches. Que destrozásemos todos los límites de la felicidad. Donde quererte sería tan fácil y tan bonito. Donde no tuviese que adelantar los relojes para verte, donde pudiese quedarme para siempre contigo, y que se joda el mundo, que nadie nos encuentre, y descubriríamos todos esos planetas que quedan por descubrir y empezaríamos de cero, o de diez.
Donde no tuviese que decirte "quédate" porque te quedarías para siempre. Donde el techo sea el edredón y el suelo nuestro colchón, y nos reíriamos del invierno por no poder con nosotros. Donde no habría días sin verte, ni búsquedas, ni encuentros forzados, ni causalidades. Y entonces sería para siempre.
Donde los "no eras lo que merecía"
se conviertan en
"da igual porque te quiero".

lunes, 17 de febrero de 2014

Como cuando te lanzo lejos pero siempre vuelves, y a mi aun no me ha dado tiempo a escapar, y todos los caminos llevaran tu nombre, como si tú fueses el final y el principio de todos ellos. Como si fuera tan fácil pasar página, y no recordar aquel Febrero, que ojalá hubiesen sido aquellos, porque uno no fue suficiente, y ojalá tu hubieses sabido quererme.
Cada vez cuesta más creer en "el día menos pensado", que aparezcan otros ojos que me hagan vibrar o temblar, solo que éstos no duelan. Y créeme cuando te digo que ya no se que hacer, que ni contigo ni sin ti, ni sin ti ni conmigo. Que me escuece pero no lloro, pero tampoco te vas, ni tan siquiera te quedas. Que no se que hacer, que el tiempo pasa, y quizás estemos más lejos de lo que creímos.

domingo, 9 de febrero de 2014

Ojos que no ven, corazón que te miente.

A veces no vale solo con huir, que huir calma las heridas, pero no las cierra, y cuando vuelves todo sigue como estaba, sube la marea, aparecen los relámpagos, y vuelve a doler. Y vuelves a huir.
Porque de lejos no dueles, ni flotas, ni apareces para desarmarme. Porque lejos no pienso en mi contigo, si acaso solo en ti.
Y ya sabes, ojos que no ven, corazón que te miente. Que ya se encargará el mundo de que me acuerde, que ya aparecerán las casualidades para encontrarnos cuando no quiera verte, y para pintarme tu nombre allá donde vaya, para que no se me olvide en cuantos trozos me rompiste, y yo me dejé romper.
Y por más que quiera escapar de la zona cero, correr, irme y no volver, todos los caminos llevan al mismo sitio. A ti. Al naufragio. A donde ya no queda nadie.

Ahora entenderás por qué no quiero volver, por qué solo se me da bien huir.
Que seis meses son todavía muchos meses,
muchos días de quererte y muchos de huir.