domingo, 27 de mayo de 2012

Yo cansado, tu perdida.

Y en una milésima de segundo decides que tienes que escapar, que necesitas salir de estas cuatro paredes. Con mil salidas de socorro y sin poder coger ninguna, solo una. Una que da al mundo. Una ventana azul, que quizás no de al mar, pero es azul, quizás no este rodeada de verde, pero da a un árbol que va floreciendo tímidamente, con miedo a que el invierno vuelva a arrancarle las hojas, y deseando que llegue el verano.
En una ventana donde al menos puedes ver un cachito de cielo, donde los Domingos, solo se escuchan todos esos pájaros que callan el resto de la semana, o a lo mejor no callan, y somos nosotros los que vivimos demasiado deprisa como para escucharlos. Un lugar que has descubierto después de tres años aquí, intentando escapar, y al menos una parte de ti lo consigue, y por fin puedes respirar tranquila. En un rincón de tu mundo. Donde nadie te puede encontrar.