sábado, 23 de junio de 2012

¿Dónde empieza y dónde acabará el destino que nos une y que nos separará?


De repente te encuentras rodeada de todos ellos, en mitad de la playa, brindando entre cervezas y tintos. Personas que conociste cuando apenas tenías doce primaveras y no tenías ni la mas remota idea de lo que era la vida. Ahora, con veinte primaveras, o casi veintiuna os reis de todos aquellos momentos, de los que os hicieron llorar y ahora os hacen llorar de la risa, ver como todos hemos crecido, como somos futuros policías, psicólogos, farmacéuticos… e incluso algunos ya ocupan su primer trabajo. A penas éramos unos críos cuando nos conocimos, y casi diez años después volvemos a coincidir, a reírnos de la vida, a volver al pasado, a imaginarse entre esas paredes verdes y blancas, a recordar a todos esos compañeros, profesores. Un paseo a los recuerdos, que por unas horas, hacen olvidarte del presente, de los exámenes interminables, de los amores improbables, y de los nuevos amigos que comparten tu vida. Y por un momento echas de menos todos aquellos momentos, aquellos días que se hacían interminables, y ahora los ves tan lejanos, y de repente añoras esas escaleras interminables, el camino de vuelta a casa, los recreos en aquellos bancos, los amores de pasillos, las cartas sobre amistades que nunca fueron de verdad. Excepto la de esas seis personas, que casi diez años después han vuelto a reunirse para reírse de la vida, de nuestra vida, de la que tuvimos en común.
Y de repente volveis a tener doce años, y al igual que entonces, no os importa lo que vaya a pasar mañana, porque por aquellos días solo os conformabais con que llegase la hora del recreo.