jueves, 6 de septiembre de 2012

Septiembre llega para jodernos la sonrisa.

Parece increíble saber que hace ocho horas estaba en mi lugar favorito universal contigo. Contigo y con tus ojos verdes. Ahora son ciento noventa y nueve los kilómetros que separan mis ojos marrones de los tuyos verdes, y para lo que van a ser, ahora son pocos. He vuelto a ese piso en mitad de esta vieja ciudad, con sus ventanas azules y con un poco mas de polvo que cuando me fui hace ya un mes y pico. El suficiente tiempo para darme cuenta de como han cambiado las cosas. Como cuando hace dos meses mi corazón daba bocanadas de aire por otros labios. Como tenía de claro cada punto y cada coma de esa historia de la que ahora no quedan ni las intenciones. De como el malo malísimo está a años luz de mi sonrisa. De como había planeado cada segundo, y ahora ni te echo de menos en Septiembre, como en los años 60. Lo que echaba de menos, ahora lo echo de más. Y esto es una puta locura. Un adelanto de lo que queda por venir. De las conversaciones pendientes, de los trescientos cuarenta y siete kilómetros que vienen a jodernos, de los reencuentros, de horas de clase y de cafetería, de apuntes y codos, de noches que se convierten en días, de amaneceres por Gran Vía. De contar las horas para volver a verte.