viernes, 7 de septiembre de 2012

Me dejaría engañar cada noche de mi vida.

Quieres volverme loca. Quizás dejarme sin respiración, hacerme volar para luego cortarme las alas. Hacerme soñar con viajes al otro lado del mundo para luego decirme que no tenga prisa por que la rana se transforme en principe. Dices que ya la has olvidado, cuando estás intentando que yo la borre de tu cabeza o de donde quiera que esté. Desconcertandome. Quizás sea mejor que lo sueltes ahora, que sepa que las noches que nos quedan por pasar tienen fecha de caducidad, que los besos se gastan, y todos esos lugares a los que nos íbamos a escapar se van a quedar tal y como están. Que aunque no lo quiera aceptar, quizás si que seas el amor de aquel verano que se hizo inolvidable. Quizás desaparezcas hasta Julio del dos mil trece... Pero quizás Julio del dos mil trece nos quede demasiado lejos. Quizás los mayas llevan razón y el mundo se acaba. Y ya no habrá mas veranos inolvidables, ni mas ojos verdes que me den los buenos días con besos y sonrisas, ni tiempo para cobrar mis veintiún besos. Quizás las horas están mas que contadas, doscientas dieciséis para ser exactos.
¿Y sabes qué?
Dejaría engañarme cada minuto de esas doscientas dieciséis horas con tal de un beso más.