lunes, 3 de septiembre de 2012

El caminar de tu dedo en mi espalda dibujando un corazón.

El mundo se puso patas abajo después de todo aquello. Sin saber como ni cuando acabamos en ese cuarto, escondidos del mundo, sin que nunca llegase a amanecer por no ser capaces de subir las persianas y aceptar que era de día y que tarde o temprano me tendría que marchar. Era el aliento lo único que cabía entre nosotros dos. Y esos ojos verdes los que me lo quitaban. Riéndonos de como hace diez años hacíamos castillos en la arena, y ahora, ahora los hacemos en el aire. Con mas ganas que miedo, intentando parar el tiempo con cada beso en la mejilla. Provocandome ochocientas sonrisas al minuto. Teniendo envidia del tiempo, y de ese maldito Otoño que llega para hacernos desaparecer, y siendo realistas, todo llega, pero si algo tengo claro es que no quiero que esto se pase. Y en aquel instante efímero que tanto intentaba retener, dobló una esquina de mi vida como si fuera la página de un libro que quieres recordar.