sábado, 28 de enero de 2012

Es como caminar sobre la Antártida.

Hay días en que las fuerzas flaquean. En que comienzas a echar de menos, a recordar a los héroes de tu vida, y tu lugar favorito universal donde solías esconderte para hacerte mas fuerte. Hay días en los que piensas que deberías estar a doscientos kilómetros de distancia, en casa, en tu cama, en tu salida de socorro. Para recomponer fuerzas, y es que este Enero te está dejando sin ellas. Se te están olvidando los amaneceres de vuelta a casa con los tacones en la mano y el rimel corrido, te estás perdiendo el frío invierno, los cafés de horas y secretos, y vives pegada a esos libros, y a esa manta. Sabiendo que estas haciendo lo que te corresponde y lo que debes, pero entonces es cuando te paras a pensar si por hacer lo que debes no estas tirando por la borda los que se suponen que deben ser los mejores años de tu vida, te preguntas todas las cosas que te estas perdiendo, que estas dejando de vivir por intentar pasar el mes de Agosto tumbada bajo el sol.
Un Rey muy mago me dijo una vez "entenderás que estudiar es un sacrificio, pero también es un privilegio"
Es el sacrificio de estar a doscientos kilómetros, de los héroes de mi vida, de mis cuatro ángeles, de toda ese agua salada que te hace olvidar hasta el mayor de tus temores.
Todo tiene su recompensa, su lado bueno, todo sacrificio tiene su privilegio.
Y aunque a veces quiera romper todas las normas, dejar de hacer lo que debo y empezar a hacer lo que quiero, se que soy incapaz, no por mi, si no por ellos, por todos los que esperan algo de mi, por pequeño que sea.

Pero tranquila, porque todo pasa, y todo llega...

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