miércoles, 15 de enero de 2014

You could be happy.

Si nos ponemos a contar, han sido más las veces que te he olvidado a las que te he querido, y aún así, la balanza sigue inclinada hacia tú lado.
Todo el mundo habla de amor, de los amores verdaderos, de los de toda la vida, de que si lo sientes y demás chorradas varias,
y que si son de verdad, vuelven, porque si no se volverían locos,
esa parte casi la cumplimos, porque yo ya me he vuelto loca,
pero tú no has vuelto.
Llevo dando vueltas en círculos desde que llegaste, y me ha dado tiempo a rendirme once veces y a quererte doce. He cerrado por derribo, y tras unos cuantos parches volvía abrir en las noches más inoportunas.
Te até al 2013 para que murieras con el, pero se me olvidó que también lo hice con el 2012, y con el 11 y no sirvió de nada. He aceptado el silencio como respuesta, he creído que de verdad me olvidaste, he contestado a todas mis preguntas con respuestas que me permitían al menos dormir por las noches.
He huido de ti, y he vuelto a escuchar la lista de reproducción que siempre sonaba cuando tú me hacías sonreír, y por 3 minutos es como si volvieses a estar.
He entendido que no eres lo mejor para mi, pero hay algo dentro de mi que todavía no le queda muy claro. Créeme que he querido olvidarte, con todas mis ganas, pero no han sido suficientes, quizás haga falta algo de kilómetros de por medio, pero que miedo si aún así sigues aquí dentro después de hacer todas esas maletas.
Pensé en gritarte que te quería, o que te quiero (no lo tengo muy claro), como en las películas, solo que ahí todo es bonito,
y esto es la vida real, que solo es bonita a ratos.
Te reirás cuando te cuente que en realidad nunca quise que te fueras, y yo lloraré cuando me digas que tú si querías irte.
Me encerrarán, por loca, porque hay que estar muy loca y ser demasiado gilipollas para quererte, y lo peor de todo, para creer que vas a volver.
Ya es invierno, no quedan hojas en los árboles, y el frío me hiela los dedos, aunque eso siempre. Y tú todavía no has vuelto, como si me importara. Como si por eso fuera a olvidarte.
Tú sabes que yo siempre estaré esperándote, aunque no quiera, aunque no pueda. Es el precio del peaje, el precio a pagar por haberte convertido en mi rutina, en mi inercia, en mi ciudad más gris del mundo.

Pero no me quedan monedas,
y yo ya no se que hacer.
Sálvame.

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